¿SUFRE MAMÓN? David Summers compuso «Devuélveme a mi chica» solamente por joder y pasar página en la relación con una ex-novieta. Aquel pijo con Ford Fiesta blanco y jersey amarillo, que cometió el ‘pecado’ de codiciar a su chica, aún se retorcerá entre polvos pica-pica cada vez que suene la pegadiza canción.
Los ejecutivos de la discográfica quisieron cambiarle el título original de David –«Sufre, Mamón»– por ser malsonante; no fueran a encontrarse con reticencias a radiar la canción. No sé si en las cadenas progresistas se hubieran negado, pero en la COPE lo mismo no, por su trasfondo bíblico. «Mamón» es el nombre de un demonio que representa la avaricia y ejemplifica justo lo opuesto al décimo mandamiento: «No codiciarás los bienes ajenos».
En el Evangelio según San Mateo, capítulo 6, versículos 19 a 24, Jesús nos advierte contra Mamón y sobre lo que supone ser ‘esclavos del dinero’: A la vez no se puede servir a lo espiritual y a lo crematístico.
En aquellos tiempos la banca, los prestamistas, no estaban tan asumidos en la cultura del vivir. Pero, aunque esa sensación de volatilidad no ha desaparecido con los siglos, seguimos fiando más en los tesoros de la tierra que en los del cielo. Asumimos el riesgo y el potencial de los activos dinerarios, pero desconectamos y descartamos los beneficios de trabajar en activos humanitarios.
Money makes the world go… down
La letra de la canción de Ben Harper que hemos elegido como cita para hoy va en la misma línea, e identifica esa avaricia con ese acaparamiento de poder que señala, margina y determina el crecimiento de las personas a quienes desprecia y desfavorece.
A la acumulación por acumulación, y sin reinversión en propósitos de evolución universal también se refería, en 1919, Gottfried Feder en su «Manifiesto Contra la Usura y la Servidumbre al Interés del Dinero». Y lo hacía acusando al Mammonismo, un capital especulador, endeudador y rapiñador de intereses, de encarnar los males del mundo.
«Nunca el Mammonismo ha reinado en una forma tan universal en el mundo. Nunca como ahora ha puesto a su servicio toda la bajeza, la avidez del poder, la sed de venganza, el ansia de riquezas, la envidia y la mentira de una manera tan astutamente encubierta y sin embargo brutalmente apremiante como ahora.»
Gottfried Feder
Ese mismo año, como informador y por orden de sus superiores militares, Adolf Hitler acudía a escuchar a Feder en una de sus ponencias. En el debate final Hitler tomó la palabra y el resto es historia. Una historia de cuyas lecciones, parece que no aprendemos y nos va a tocar repetir curso.
Game over?
Aunque no pasamos nunca de nivel tampoco se nos ve sufrir por ello lo suficiente como para despertarnos de este mal sueño. Si es que dormimos lo suficiente para soñar con tanta pantalla reclamando atención.
Con los pies en las tierras y las manos en la masa
Hoy, la codicia por los bienes ajenos está llevando a una guerra comercial por la apropiación de las tierras fértiles, las tierras energéticas y las tierras raras entre las súperpotencias. Y todo para acabar usándolas de trampolín hacia otras tierras.
Planetas a terraformar y parcelar cuando nuestra Tierra no sea más que polvos y lodos tóxicos. Residuos de nuestra ignorancia al dejarnos llevar por esos seis polvos samsáricos que nos hacen reencarnarnos una y otra vez como animales, en espíritus hambrientos o, peor, en demonios. Y mientras, Mammón no sufre; se regodea entre azufre.
Porfa, abramos los ojos y dejemos ya de ser unos mamones.
No demos ocasión a que, en las próximas Navidades, vengan tres fantasmas a visitarnos.
…¡Bah, paparruchas!
Ebenezer Scrooge
P.S.: En nuestra playlist, el citado Ben Harper, Los Hombres G y el clinkin-clankin del dinero en «Cabaret».