NOS HAN VENDIDO. De hecho, nos llevan vendiendo desde que nacimos. Si viniste al mundo con la llegada de la televisión, con el ordenador personal, con los SMS o, más aún, con las redes sociales… eres un consumible. Y lo sabes.
Esa idea tan chula de «si el servicio es gratis, el producto eres tú» tiene, al menos, medio siglo.
En 1973, Richard Serra y Carlota Fay Schoolman emitieron por televisión una pieza de video-arte llamada «Television Delivers People» cuyo discurso de siete minutos escasos, nos presentaba a las personas como el producto que la TV vendía en masa a los anunciantes. Está en YouTube, por si lo quieres ver.
En 1982, la también artista Jenny Holzer emitió en un letrero luminoso de Times Square su célebre «Protégeme de lo que quiero».
Y tres años después, el sociólogo Neil Postman explicaba en «Divertirnos hasta morir» que la información que recibimos ha ido perdiendo utilidad con los siglos hasta convertirse en las distracciones sin importancia que consumimos hoy. Toneladas de contenidos irrelevantes y perecederos a los que somos adictos y por los que somos comercializados como materia prima para construir potencialidades de negocio.
Pero, como avisa el poema «Metamorfosis» de Billy Childish, que presentamos hoy, no podemos parapetarnos tras el papel de víctimas inocentes. Desde que tenemos uso de razón y capacidad de elegir somos cómplices de lo que nos pasa y responsables del mundo que dejamos a quienes vienen después.
El aforismo de los Siete Sabios de Grecia, «Conócete a ti mismo», se hace más y más necesario ahora que, buscándonos una identidad, nos metamorfoseamos en marcas personales individualizadas y nos vemos servidos colectivamente como producto enlatado en paquetes de audiencia.
«Conoce tu producto», pues. Entérate de lo que tienes entre manos y ponte en valor. Wake up!
P.S.: Añadimos dos revulsivos a nuestra playlist: «Know your product» de The Saints y «Wake Up» de Rage Against The Machine.