Jacinto Benavente tenía razón.
Marisa Forniés, presidenta de la ONG Acervo Intergeneracional también tenía razón.
Y también mi tía Ana, al señalarme esta cita y el cuento de donde proviene.
En la esencia de esta reflexión final de «El Príncipe que todo lo aprendió en los libros» está el origen de muchos de los emprendimientos a los que desde symp hemos dado apoyo.
El más evidente*, el de la celebración del primer centenario de la concesión del Premio Nobel de Literatura al hijo adoptivo del pueblo de Galapagar. Un proyecto para el que trabajamos desde 2020 –cuando lo propusimos– a 2022 –cuando lo ejecutamos–.
Marisa tuvo un sueño: que el pueblo de Galapagar fuera también, o más bien, conocido por la herencia de un escritor que escogió este municipio como refugio y última morada.
Acervo Intergeneracional llevaba casi una década recuperando el rito de conmemorar, con lecturas colectivas, el fallecimiento del autor. En symp nos sumamos al sueño con un nuevo proyecto: recordar su figura llenando el pueblo y sus accesos en bus con su mensaje.
Hoy, a nadie que visite Galapagar, su ayuntamiento, su biblioteca, su teatro, incluso alguno de sus comercios, se le escapa que Jacinto Benavente dejó aquí su huella.
Ese bello sueño se hizo una buena realidad.
Y es que, así como también escribió Don Jacinto –y lo hizo varias décadas antes de que naciera Brian Tracy–: «Creer y crear son palabras distintas. Pero cuando dices con toda tu alma: “¡creo, creo!” Creer y crear es lo mismo.»
En 1979, Blondie cantaba en «Dreaming» que si le preguntas cuál de sus placeres era su favorito este es, sin duda, el de soñar, pues soñar es libre. Aunque no gratis, pues todo tiene un coste, sí puede ser muy muy gratificante y aportar mucho valor.
Hasta ‘mañana’.
P.S.: Escucha a Debbie Harry soñar en nuestra playlist en Spotify:
