En febrero, mes de San Valentín, dedicaremos estas ‘frases del día’ al amor. A los muchos y diversos amores.
Los boomers quizá fueron la primera generación que amplió su rango de afectos abriendo hueco en su corazón al trabajo como objeto de nuestro amor y escalera hacia la autorrealización.
Decía el psicólogo Jacques-Alain Miller que «amamos a quien responde nuestra pregunta: “Quién soy yo”». Y el trabajo algo nos define, ¿sí?
Como les sucedió a la media-naranja, la familia, las patrias, los credos, las aficiones, las filiaciones, los ideales o las marcas, el trabajo –o más bien la profesión– tampoco ha resistido el paso hipermoderno de estado sólido a líquido.
Por eso la falsa cita de Confucio –una mala interpretación de sus Analectas– ha resultado también ‘falsada’ por el ghosting laboral y, tras la pandemia, por las renuncias masivas a volver a un trabajo en el que el profesional no siente su ‘amor’ correspondido.
El dicho «amo mi profesión, odio mi trabajo» dio título a un libro de 2004, «I Love My Work But, I Hate My Job», donde Richard Werre exponía cómo superar las circunstancias creadas por la opresión y la incompetencia en el entorno laboral.
En ese momento Sara Jaffe capeaba la recesión trabajando, a sus veinticuatro años, de camarera y dependienta; dos tipos de empleo donde al trabajo funcional se suma un obligado trabajo emocional: transmitir, en cualquier circunstancia, positivismo al cliente.
De su experiencia como periodista especializada en temas laborales concluyó que el trabajo creativo se asemeja al amor romántico, por un compromiso voluntario de entrega abnegada que se espera ver correspondido.
Mas, como dice su libro de 2021 «Work won’t love you back», el trabajo nunca, nunca te corresponde. A cambio te ofrece una relación de auto-explotación que se graba sobre la piel, como cantaba Raphael. Un tatuaje que desearíamos borrar, pero que no te quitas cambiando de trabajo o de profesión.
La solución podría estar en superar esa necesidad de compensación. Reconocer al ‘amado’ como un ente tan libre y liberado de la obligación de corresponder equitativamente como debería sentirse un@ mism@ en su relación de pareja.
Dos corazones interconectados, forever, como en nuestro logo.
P.S.: ¿Cómo era aquella canción de los sesenta?
Tienes que dar un poco, tomar un poco; ganar un poco, perder un poco; reír un poco, llorar un poco. Esa es la gloria del amor.