Equilibrio (in)feliz
En la Frase del Día seleccionada hoy en symp.es: «¿Por qué las mujeres aún no pueden tenerlo todo?», de Anne Marie Slaughter.

QUE LEVANTE LA MANO la mujer que no haya sentido que le han colgado la responsabilidad de encontrar para su vida un ‘feliz equilibrio’ entre lo profesional y lo personal.

La autora de la cita de hoy reconoce en el artículo homónimo publicado en 2012 que tuvo la revelación de haber «contribuido, aunque involuntariamente, a que millones de mujeres se sintieran culpables si no conseguían ascender tan rápido como los hombres y, al mismo tiempo, tener una familia y una vida familiar activa (y, además, estar delgadas y guapas).»

Y entre las medias verdades que, dice, nos contamos —como esas de que es posible tenerlo todo si estás lo suficientemente motivada y comprometida, o si te emparejas con la persona adecuada— está la de saber priorizar correctamente entre realizarse como profesionales y como madres.

Conocemos muchos casos de mujeres que, ante lo insostenible de la ‘conciliación’ laboral, optaron por la alternativa del emprendimiento y el auto-empleo. Así, haciendo equilibrios en la cuerda floja y sin red, como Pinito del Oro, se originó, sin ir más lejos, «symp».

Esta es la paradójica situación en que nos pone la sociedad en que vivimos. Necesita de la mujer en dos facetas muy difíciles de conciliar: la productiva y la reproductiva: Sin madres no hay bebés. Y sin bebés no habrá mano de obra en el futuro, ni contribuyentes que soporten la sociedad.

La fórmula mágica que se le propone a la mujer es la de postergar: retrasa la gestación hasta haber sentado las bases de tu autorrealización… ‘profesional’. ‘Tú’ puedes.

Catherine Rottenberg, investigadora estadounidense en ciencias sociales, ha vinculado esta propuesta de ser ‘Supermujeres’ o ‘Supermamás’ al desarrollo de un tipo de feminismo marcado por una ‘narrativa’ neoliberal ya identificada por la filósofa y politóloga Wendy Brown. En ella el omnipresente mercado y su mantra de costo/beneficio se trasladan a todos los aspectos de la vida: del trabajo a la familia, las relaciones y el amor —‘líquido’ según lo describió Zigmunt Bauman—, constituyendo una nueva ‘normalidad’ llena de metas volantes y volátiles sucesivas, sin una línea de llegada definida.

Señalaba Clara Zetkin que: «la trabajadora debe ser pagada tan mal como sea posible, y la competencia de mano de obra femenina debe ser empleada para disminuir los salarios de los trabajadores tanto como sea posible.» Pareciera que ahora esa competencia se hubiera trasladado exclusivamente al ámbito femenino, y que del salario pasara a la autorealización: para que algunas mujeres se realicen otras han de seguir trabajando y viviendo en condiciones precarias. De una u otra forma todo les vuelve a caer a ellas. Los hombres quedan, de nuevo, fuera de la ecuación.

En la serie “Sex and the City”, Samantha decía que «Normal es el término medio entre lo que quieres y lo que obtienes». Sabe a poco en estos tiempos de empoderamiento y aspiraciones sin límite.

Sin embargo, en una época mucho más idealista que la nuestra, los Rolling Stones lo vieron muy claro: «No siempre puedes conseguir lo que quieres. Pero si lo intentas a veces puedes encontrar que consigues lo que necesitas».

Porque la verdadera felicidad no está al final del camino. Es el afán de lucha diaria que nos abre el camino mismo. Y como cantaba Mirabai, la poetisa mística hindú del siglo XVI: «Que nadie se interponga en mi camino. Avanzo encandilada, pateando a los lados las glorias de mis ancestros».

«Cada vez que camino, mis caderas mecen la cuna del mundo» dicen también los versos del poema «Palabra de diosa” de Carmen González Huguet. Igual de ciertos pero más auténticos y menos condescendientes que aquellos versos de William Scott Wallace: «Porque —es cierto, aunque no lo asumimos lo suficiente— la mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo.»

P.S.: Sumamos hoy a nuestra playlist canciones de Natalie Merchant, Stevie Nicks, Stevie Wonder y los Rolling Stones

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