Infograma Pinkprint#01 por Paco Marín. Léelo en 2’30». [Publicado en el blog de SuS y mi Paco el 18/11/2017]
Según dice en «Por qué las personas inteligentes cometen estupideces» Paolo Legrenzi, profesor de Psicología en la Universidad de Venecia, cometer una estupidez es algo ocasional, un estado de vulnerabilidad racional que nos puede afectar a todos independientemente de nuestro nivel de inteligencia.
Parafraseando a Forrest Gump: «tonto es(tá) el que hace tonterías»
Por lo general este estado se da al no reconocer que existe un conflicto entre la satisfacción inmediata de nuestros deseos y nuestros intereses, generalmente contrarios, a largo plazo.
Tonto el que no lea
La propensión a cometer la tontería es, tal vez, reflejo de un cerebro creado hace 50.000 años para cazar/recolectar (la oportunidad) y al que no ha dado tiempo a evolucionar al ritmo que lo ha hecho nuestra vida, ya asentada en una perspectiva diferida y ¿asegurada? de satisfacción de nuestras necesidades. Más o menos, que nuestra vida está en las partes medio-altas de la pirámide de Maslow mientras que nuestro cerebro más básico aún está abajo, saltando a la vista de un bocado por si mañana no hay más.
Este momento de incongruencia, que Platón llamaba «akrasia», en el que conculcamos nuestro pensar sensato a largo plazo con actos irreflexivos a corto puede evitarse, según Paolo Legrenzi, si conocemos y atendemos a los factores que nos convierten, puntualmente, en estúpidos, a saber:
- Desprecio de la trazabilidad (y permanencia) tecnológica de nuestros actos.
- Pensamiento ilusorio: tomar como real lo que deseamos realizable.
- Atribución del mérito y subestimación del azar en los logros pasados.
- Estimación errónea del riesgo basada solo en experiencias subjetivas.
- Incapacidad para reconocer cambios de valoración social o legal del acto.
- Y autoconfianza excesiva.
Con WhatsApp y a lo loco
El ejemplo más común que tenemos actualmente es el de darle al tweet o al botón de enviar del WhatsApp sin reflexionar antes lo suficiente. Y nos ha parecido la situación ideal para cruzarlo con los factores de la «tontá» y extraer de ello unas conclusiones en forma de preguntas.
Un checklist que nos ayude en situaciones de vulnerabilidad racional y estados de carencia reflexiva para evitar la acumulación de «costes epsilon»: perjuicios quizá nimios al asumirlos por separado pero graves si la tontería se muestra recurrente.
Esperamos que este «pinkprint» sirva, como dice Legrenzi al final de su libro, de «empujoncito en la dirección adecuada».
¡SuS!
Infografía Pinkprint#01 de SuS y mi Paco: Check list anti-tonterías
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